A pesar del reducido tamaño que tiene, Trinidad es uno de los destinos más típicos de la isla caribeña. Declarada Patrimonio de la Humanidad, su casco histórico, sus calles empedradas y sus pequeñas casas pintadas de colores llamativos te trasladarán a la época del colonialismo español.
Fue fundada en 1514 por Diego Velázquez y se convirtió en una parada estratégica por estar ubicada entre Santiago de Cuba y la Habana. Si te das una vuelta por su Plaza Mayor, verás unos edificios coloniales que muestran la importancia de esta población y su gran crecimiento acaecido entre los siglos XVII y XIX gracias al comercio de esclavos y de azúcar.
Si te das cuenta, toda Trinidad conserva aún el empedrado propio de la época y la razón es que una vez acabado el negocio de la esclavitud y del azúcar, todo el entorno se sumió en la pobreza y, aunque modernamente ha sido restaurada, conserva el pavimento original dando el bello aspecto colonial que podrás admirar en la actualidad.
Todo lo que hay que ver en Trinidad se encuentra en los alrededores de su Plaza Mayor y perderse en sus calles coloridas y encantadoras es una gran idea, ya que podrás visitar los numerosos talleres de artesanía local por la que es bastante famosa.
Trinidad también es conocida por ser uno de los emplazamientos donde es posible disfrutar al son de los ritmos cubanos. Si te fijas en la Plaza Mayor, verás unas escaleras donde por la noche se llenarán de gente y que son la entrada a la Casa de la Música, un lugar de conciertos muy conocido por la población del lugar.
Pero si lo que quieres es disfrutar de día de esta población, esto es lo que te recomendamos:
1. La iglesia de la Santísima Trinidad
Con un estilo arquitectónico que mezcla el griego, el neoclásico y el cubano, esta iglesia es la principal de la población y tardaron 75 años en construirla. Si la visitas, no te olvides de contemplar su altar mayor dedicado a la Virgen de la Merced y el Cristo de la Vera Cruz, una talla barcelonesa realizada en el siglo XVIII que por azares del destino acabó en Trinidad, en vez de en la localidad mexicana de Veracruz.
2. El palacio Brunet
Un palacio a caballo entre el estilo mudéjar y neoclásico convertido en museo que dispone de una amplia colección de mobiliario y objetos de época. Destaca su bello patio andaluz, un símbolo del abolengo propio de la época en la que fue construido.
3. El palacio Cantero
Una mansión reconvertida en museo histórico donde se conservan documentos y piezas únicas. Merece la pena visitarlo y si lo haces, no puedes perderte su maravilloso mirador, donde podrás contemplar una bella panorámica de la ciudad y de sus alrededores.
4. El Convento de San Francisco
Todo el que haya recibido una postal de Trinidad, habrá visto ese minarete amarillo y colonial que tiene el Convento de San Francisco. Fundado por los franciscanos a principios del siglo XIX, hoy en día acoge el Museo de la Lucha contra los Bandidos. Si lo visitas, acuérdate de subir a la torre para contemplar el paisaje que rodea la población.
5. La Plaza del Jigüe
La Plaza del Jigüe, llamada así por la especie a la que pertenece su árbol central, es el lugar exacto donde se fundó Trinidad en 1514 por Fray Bartolomé de las Casas. Aunque el árbol no es el original, no ha dejado de ser un espacio muy significado para los trinitarios durante 5 siglos.